Este fin de semana se estrena "Legión", una nueva aventura postapocalíptica. Esta reseña se publicó en la revista SCIFIWORLD MAGAZINE en su número 27, correspondiente al mes de abril de 2010
¿Qué pasaría si Terminator, en lugar de un robot que viene del futuro para proteger el nacimiento de quien será el líder que salvará al mundo, fuera un ángel caído del cielo con los mismos objetivos, siendo el mismísimo Dios el enemigo a combatir y no el gobierno de las máquinas? Esa es la idea de partida que propone Scott Stewart, un técnico en efectos especiales que debuta con su primer largometraje como director.
Lo que podría ser el argumento de uno de esos telefilms que sin pudor se arriman a la idea del pastiche simpático, con el único ánimo de hacer pasar una tarde-noche entretenida a la audiencia televisiva del sábado –condescendiente ante el descaro cómplice con el que se le agasaja–, se equivoca de formato e intenta convertirse en un producto para la gran pantalla; destino que en sí mismo demuestra ser su más enconado enemigo. Así se suceden los lugares comunes, uno tras otro –la lista de descaradas (y obvias) referencias dentro del cine fantástico es interminable–, y todo envuelto en un clima de seriedad, oscuridad y trascendencia que no le favorece en absoluto. No existe el más mínimo conato de mostrar un poco de sentido del humor. Como en los antiguos films de catástrofes (revisitados de nuevo en los últimos tiempos por el cine más comercial), los momentos precedentes al clímax se entretienen en mostrar las relaciones o tensiones familiares y conyugales entre los personajes protagonistas, lo que será el caldo del cultivo sobre el que se desencadene la desdicha. Sin embargo, se comienza a plantear la existencia de ciertos conflictos sin aclararlos ni terminarlos de definir, quedando algunos ininteligibles por carencia de información, sin que consigan conformarse en esas supuestas excusas que deberían concretarse en una de las causas de lo que va a acontecer.
Aquí se dejan de lado las metáforas menos sutiles para ir directamente al grano. Es el propio creador quien, cansado de aguantar, se propone dar su merecido a la humanidad. Si en otros tiempos se utilizaron las plagas o el diluvio universal para hacer limpieza, ahora, de manera afín a los tiempos monstruosos que vivimos, el hacedor se lía la manta a la cabeza y envía hordas de una especie de zombis, capitaneados nada menos que por el mismísimo arcángel Gabriel (el ángel de la muerte); estéticamente hablando, una especie de Máster del Universo cruzado con el personaje que interpretaba Jonathan Pryce en el “Brasil” (Brazil, 1985) de Terry Gilliam; que junto con el también arcángel Miguel/Michael –un Paul Bettany que hace pensar demasiado en “El código Da Vinci” (The Da Vinci Code, 2006) de Ron Howard– son los personajes (indumentarias mediante) que hacen más inverosímil la película.
Aunque unos zombis por allí, unos tiros por acá, y algún que otro monstruito terminen por dar algo de entretenimiento a la cosa, estamos ante una propuesta que ha pinchado en hueso ya desde el mismo momento de su escritura, poco trabajada y menos ambiciosa.
Juan Andrés Pedrero Santos
Un blog de Juan Andrés Pedrero Santos donde hablar sobre cine y otras cosas.
Coincido en que el tono demasiado serio es el peor defecto de esta película, con algo mas de sentido del humor sería un film distinto y quizás mejor. De todos modos es una buena serie B con un presupuesto fuera de lo común.
ResponderEliminarCrítica en El imaginario del Dr. Ender