domingo, 3 de noviembre de 2013

PELUCAS, de José Manuel Serrano Cueto, en fase de montaje.

Mi amigo y colega José Manuel Serrano Cueto ya ha rodado su corto "Pelucas". Tras su exitosa nominación al premio Goya al mejor documental, José Manuel pasa ahora a tratar un tema que conoce de primera mano, por desgracia, poniendo en el proyecto todo el cariño del que es capaz, por razones obvias que no viene al caso recordar aquí. Con la participación de grandes actrices y técnicos de primer nivel -no hay más remedio que destacar a Yvonne Blake, ganadora nada menos que de un Oscar de Hollywood por el vestuario de "Nicolás y Alejandra" (Franklin J. Schaffner, 1971)-, se presume como todo un acontecimiento, con más difusión del que se acostumbra en el mundo del cortometraje. Desde aquí le deseo lo mejor, tanto al corto como a José Manuel y a toda su familia y amigos; se lo merece.

Calamar Ediciones saca novela terrorífica: LUNA PROFUNDA

Prometé ser un novelón lleno de regusto cinéfilo....
En un viejo cine de barrio, durante un ciclo dedicado al hombre lobo, un extraño mago relata a un periodista una historia de horror enterrada en el pasado. Conocerá así las claves para entender que dichos sucesos no pertenecen a la ficción, y que la resolución del enigma se encuentra en el propio presente. Su obsesión lo llevará por sendas repletas de riesgos y de misterios insondables, donde el primero que peligra es él.
Nacida de un reto que lanzó el cineasta Paul Naschy al autor, Luna profunda es una novela de licantropía, que explora y explica las claves del mito del hombre lobo, con un planteamiento paralelo, en dos tiempos, y con numerosos giros argumentales que conducen a un desenlace sorprendente.
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«Con personajes de compleja y dramática psicología, y atmósferas que quedarán grabadas en la mente del lector, Luna profunda es una novela llena de intrigas de principio a fin, cuyas tramas y subtramas, construidas con la precisión de un mecanismo de relojería, desembocan en un desenlace turbador, colofón de todos los horrores planteados»
Extracto del prólogo de Luis Alberto de Cuenca