viernes, 17 de diciembre de 2010

LE VIOL DU VAMPIRE (1967), de Jean Rollin


Ha muerto Jean Rollin. Hace un tiempo publiqué una reseña sobre una de sus películas en la web Pasadizo.com. Aquí la reproduzco. Cuando se quiere homenajear a alguien se suelen decir cosas bonitas, pero ¿es Jean Rollin alguien que merezca un sentido homenaje? Creo que no. No obstante, descanse en paz.

Primer largometraje del francés Jean Rollin, quien será siempre recordado por mezclar de forma recurrente el erotismo más explícito con el tema del vampirismo, todo enmarcado en una estética a medio camino entre lo kitsch y el sadomaso. Sin embargo, en el caso que nos ocupa, este recuerdo dudo mucho que sea agradable si el espectador no fue testigo directo de la novedad que aportara su erotismo en los días de su estreno. Hoy, superadas las carencias a las que se sometía a la libido entonces, la opinión que se pueda tener de esta película no puede ser muy afortunada, pues sus rotundos defectos anulan cualquier otra consideración.

El cine, como un tipo de lenguaje muy concreto que es, tiene su propia ortografía, su forma correcta de hacer ciertas cosas, ya no por ser éstas generalmente aceptadas como tales, circunstancia que siempre debe ponerse en entredicho, sino porque la fuerza de la estética se impone por sí sola ante cualquier intento de contradecirla, por muy subversivos, revolucionarios, novedosos o sencillamente torpes que pretendan ser dichos intentos. Pues bien, aquí Rollin da todo un recital de analfabetismo funcional y mal gusto en cuanto a lo que a esa ortografía cinematográfica respecta. Obviando la falta absoluta de sustancia del relato, la inexistencia de personajes que puedan denominarse como tales y el aburrimiento tan desasosegante al que nos vemos sometidos, asistimos a la debacle que provocan la interminable sucesión de encuadres chapuceros hasta límites increíbles, un montaje que no merece tal nombre y continuas y desconcertantes roturas de eje.

Rollin intenta llevar al cine lo que bien podría haber sido una obra de teatrillo universitario de ínfulas rupturistas con derivas hacía el surrealismo muy propias de los turbulentos tiempos que vivía la cultura francesa de aquellos años sesenta, siempre siendo esto utilizado como excusa para la exhibición de señoritas ligeras de ropa; única razón a la que se le puede atribuir el relativo éxito comercial en los días de su estreno parisino. Sólo una cosa, sólo una, aporta algo de leve deleite a la visión de este engendro, y es cierta estética decadente que emana de los exteriores del castillo y del bosque donde se encuentra éste, diurnos todos ellos además, para contradecir la tópica codificación vampírica sin ni siquiera intentar el uso del fácil recurso a la noche americana; nada más.

Una cosa sí llama poderosamente la atención, y es que pese a ser una película realizada justo un año antes del estreno de La noche de los muertos vivientes (Night of the Living Dead, 1968, George A. Romero), los primeros planos que nos ofrece Rollin recuerdan muchísimo a los minutos iniciales de la película de Romero, cosa que dada la cronología temporal de ambas no puede ser más que el fruto de una curiosa casualidad. En esta misma línea está cierto personaje al que vemos cruzar un rio y que bien podría haber sido uno de aquellos primeros muertos vivientes antropófagos que ya estaban a punto de llegar a las salas. Para redondear si cabe aun más su encanto, su visión nos hará recordar también ciertos bodrios a los que nuestro compatriota Jesús Franco nos tenía acostumbrados.

Juan Andrés Pedrero Santos


1 comentario:

  1. Tienes razón. Una cosa es el recuerdo y otra la mitificación. Rollin era y será un fabricante de bodrios y un director pésimo. Lo peor de sus películas es que ni siquiera eran divertidas,padecían el gran pecado del cinema bis: aburrir.

    En cuanto a sus paralelismo con Jesús Franco...son ciertos, pero la diferencia estriba en que el madrileño dirigía así porque le daba la gana, porque terminó por no poner ningún cuidado ni atención en lo que hacía, en cambio Rollin no dabas para más.

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