Dado que en estos días ha aparecido el dvd de la película "Infectados", aprovecho para copiar mi reseña sobre la misma, publicada en un número reciente de la revista SCIFIWORLD MAGAZINE. Aquí la teneis...
Álex y David Pastor, hermanos, jóvenes, cortometrajistas de éxito internacional y naturales de Barcelona, comienzan con “Infectados” su particular aventura en los Estados Unidos, ya dentro del mundo del largometraje.
Lo que a priori pudiera intuirse como una historia más de zombis postmodernos (por la inevitable y nada reprochable mixtura de referencias) termina siendo algo muy distinto. Por no ser, no es siquiera “una de zombis”. Esta nueva aventura apocalíptica, con reminiscencias de la novela “La carretera” de Cormac McCarthy, tiene su originalidad –inesperada– en tres elementos. Por un lado se opta por no mostrar más escenas de acción que las necesarias, creíbles en su moderación además, nada de fuegos de artificio; y por otro, sorprende la inexistencia del gore que pudiera entenderse ineludible; al menos lo que hoy por hoy todos entendemos por gore. Sólo hay alguna víscera por ahí, más que justificable, y poca, muy poca sangre.
El tercer elemento en el que reside su originalidad, el más significativo, es el camino tomado por los hermanos Pastor, directores y guionistas, que deciden cargar las tintas en las historias humanas (o inhumanas) surgidas de las relaciones entre los protagonistas. Tratan de mostrar (una vez más) como una situación límite, de supervivencia absoluta, muestra a cada cual tal y como es, sin maquillajes ni imposturas. Adviértase que he dicho “tratan”, no que lo consigan, al menos de una manera contundente. La escena del perro devorando el cadáver de su propio amo es una metáfora ilustrativa y muy lograda del asunto, ésta sí contundente de verdad. De esa situación de “sálvese quien pueda” –o de “marica el último”, en su versión más castiza– los barceloneses tratan de sacar un provecho dramático que, por desgracia, no termina de brillar lo que debiera. Los sucesivos abandonos de “infectados” (más o menos allegados) se despachan con una frialdad que no parece fruto de la decisión consciente de los responsables del guión, sino de una carencia expositiva, latente ya en el mismo libreto o en su paso a la pantalla. Una carencia que se alinea con lo increíblemente “capullo” (sic) que se muestra el personaje interpretado por Chris Pine, principal estandarte de un casting dotado de una calidad en exceso apegada a los estándares del cine americano más comercial. ¡Cuánto habría ganado esta película con unas interpretaciones y/o actores más “a la europea”¡
Como en la citada “La carretera” de McCarthy, con la llegada a orillas del mar de esta –de algún modo– road movie iniciática, se intenta poner el contrapunto poético-melancólico a lo que ha sido un tono claramente no consecuente con el que se intuye que los autores realmente pretendían expresar; cosa de la que precisamente pudieran no ser ellos los culpables directos, sino otras instancias mucho más preocupadas por lo pecuniario y más propensas a las –supuestamente más digeribles– concesiones adocenadoras.
Puestos a lecturas simbólicas, ¿no podría ser esta película otro reflejo de la crisis económica que el mundo “civilizado” –el “incivilizado” siempre ha estado en crisis– viene sufriendo ya desde hace años (aunque algunos lo negaran), consecuencia de una anterior crisis de valores éticos?.
Juan Andrés Pedrero Santos
No hay comentarios:
Publicar un comentario