Así es como muchos querrán recordarle..., en un trabajo del que se sentía bien orgulloso, como Fernando el Católico en la película de Ridley Scott 1492: la conquista del paraíso (1492: Conquest of Paradise, 1992).
Un blog de Juan Andrés Pedrero Santos donde hablar sobre cine y otras cosas.
martes, 16 de octubre de 2012
lunes, 15 de octubre de 2012
lunes, 1 de octubre de 2012
Entrevista en "La abadía de Berzano"
La web "La abadía de Berzano" ha publicado una entrevista conmigo que reproduzco ahora. Si quereis ver su publicación original: La entrevista original aquí
Una de las primeras entrevistas que
publicamos en “La abadía de Berzano” fue la realizada a Juan Andrés Pedrero
Santos con motivo de la salida de su primer libro, Terror Cinema (Calamar
Ediciones, Madrid, 2008). De ello hace
cuatro años. En este corto lapso de tiempo, Juan Andrés ha conseguido abrirse
un hueco en el panorama de la crítica cinematográfica española, convirtiéndose
en colaborador habitual de la especializada revista Scifiworld y publicando dos obras más: Johnny Weissmuller biografía. Vida
y películas del mejor Tarzán de la pantalla (T&B
editores, Madrid, 2010), y la excelente James Whale. El padre de
Frankenstein (Calamar Ediciones, Madrid,
2011), merecidamente nominada a los premios Ignotus en la categoría de ensayo. A toda esta bibliografía se le une ahora Ridley
Scott. El imperio de la luz (T&B
editores, Madrid, 2012), un recorrido por la trayectoria del célebre
cineasta inglés que desmenuzamos en la siguiente entrevista.
- Tu nuevo trabajo está dedicado a la
figura de Ridley Scott, de plena actualidad gracias al estreno de la esperada Prometheus. Habrá por ello quien piense
que su existencia responde a una cierta actitud oportunista por tu parte. ¿Qué
hay de cierto en ello? ¿Realmente ha sido así, o se trata de una simple
casualidad? ¿Por qué elegiste, precisamente, a Ridley Scott?
No
existe intento alguno de oportunismo. El libro recibió el visto bueno del
editor en enero de 2011, con lo que ya ha llovido. Es absoluta casualidad.
Elegí a Scott porque en varias editoriales me rechazaron otros proyectos que
consideraban poco comerciales. Dada la situación del mercado editorial (y de
cualquier mercado...) T&B vio con mejores ojos dedicar un libro a un
director muy conocido y que además no tenía aun mucha bibliografía en
castellano.
- Como viene sucediendo desde que en
el 2010 publicaras Johnny Weissmuller
biografía. Vida y películas del mejor Tarzán de la pantalla, en Ridley Scott. El imperio de la luz combinas
la peripecia vital y el estudio de la obra de su protagonista a través de un
recorrido por su filmografía. ¿Por qué te has decantado nuevamente por este
esquema?
Bueno,
es un esquema muy socorrido, y que te permite enlazar de forma coherente y
comprensible la peripecia vital de la persona, unida siempre a su carrera
profesional. Yo creo que otro planteamiento, aunque viable, no hubiera sido más
que buscar una forma distinta y menos lógica de decir lo mismo. Creo que, en la
mayoría de las veces, en la sencillez y en lo más directo está la virtud.
El autor con Juan Diego Botto, uno de los intérpretes españoles de
"1492: la conquista del paraíso"
"1492: la conquista del paraíso"
- Al contrario que en tu bibliografía
previa, en esta ocasión te sales de los márgenes del cine clásico para ocuparte
de un autor contemporáneo. ¿En qué medida ha cambiado tu forma de encarar el
proyecto?
Este
proyecto lo he encarado del mismo modo que los anteriores en cuanto a intentar aportar bibliografía sobre
un artista que no ha sido lo suficientemente tratado, a pesar de lo conocido
que es su cine para el gran público; algo muy unido al interés de Scott por no
salirse del camino del cine comercial. Precisamente esa particularidad de ser
tan conocido sí me ha hecho esforzarme en romper tópicos y en, no descubrir,
pero sí esquematizar un retrato de las constantes temáticas y estilísticas del
director. Hay mucho tópico en relación a las líneas maestras de su cine, y creo
que había llegado el momento de hacer un catálogo del mismo algo más en serio.
- Por el mismo motivo, y aunque el
libro este puesto al día, hasta el punto de hacerse eco de la ya citada Prometheus y del reciente suicidio del
hermano de Ridley, Tony Scott, el que su protagonista se encuentre aún en
activo hace que tu trabajo corra el riesgo de quedar desfasado en un futuro
próximo. ¿Te ha influenciado tal circunstancia de algún modo a la hora de
escribir?
Para
nada. Todos esperamos que la carrera de Scott aun tenga un cierto recorrido,
pero dada su edad actual, en torno a los 75 años, este no puede ser
necesariamente muy extenso. Ya habrá momento para actualizar nuevas ediciones
(jo, jo). Quizás sí existe un interés especial, dado que la perspectiva sobre
el cineasta aun no puede darse por cerrada, en servir como una especie de
pitonisa, opinando cual será la visión sobre Scott por parte de los aficionados
y críticos cuando su carrera pueda verse terminada y desde lejos.
- Al contrario que en tus obras
previas ya citadas, en esta ocasión has podido contar con el testimonio de
primera mano de diferentes profesionales que trabajaron en su momento con
Ridley Scott…
Si,
eso ha sido, a nivel personal, algo que me ha satisfecho mucho. Siempre es muy
interesante y estimulante (además de convertirse en momentos para no olvidar
nunca) tener la oportunidad de charlar con profesionales reconocidos por su
trayectoria, como Achero Mañas y Juan Diego Botto, que amablemente consintieron
en pasar un rato conmigo para hablar del asunto y recordar mucho más de lo que
en un principio esperaban. Ambos me contaban,
previamente a nuestros encuentros, que no creían que se acordaran de
mucho, pues habían pasado ya veinte años desde que conocieron a Scott. Y la sorpresa
para los dos fue igual; al final estuvieron más de una hora, por separado uno de otro, hablando
exclusivamente de su experiencia en el rodaje de 1492: la conquista del paraíso. Del mismo modo quiero agradecer su
atención a Fernando García Rimada, quien interpretó a Fernando el católico en
la misma cinta, a pesar de que su participación fue mucho más limitada. En su
caso, dado que vive en Málaga, tuve que conversar por vía telefónica. Aprovecho
para enviarle un sincero saludo, pues no se encuentra muy bien de salud.
- Siguiendo con la pregunta anterior,
todos los entrevistados son de nacionalidad española. Ahora que las nuevas
tecnologías facilitan de tal modo las comunicaciones, ¿barajaste en algún
momento la posibilidad de recabar información de otras fuentes más cercanas a
Scott o, incluso, entrevistarle a él mismo?
Bueno,
intenté contactar de algún modo con algún intérprete extranjero a través del
facebook y del correo electrónico, pero no conseguí respuesta; lo mismo que me
sucedió con algún otro profesional español, que no hicieron mucho caso.
Recuerdo que Achero Mañas me comentó que porqué no intentaba viajar a Los
Ángeles para hablar directamente con Scott; algo que, pensado fríamente, me
pareció bastante inviable si se tiene en cuenta que hubiera requerido una
inversión económica que nunca iba a recuperar (si es que prosperaba el
intento), además de por las limitaciones de tiempo que tengo por mis
ocupaciones profesionales y la atención a mi familia.
- Como viene siendo habitual en tus
libros, has tenido un prologuista de excepción. Tras Roberto Cueto, Paul Naschy
y Guillermo del Toro, esta vez has contado con la participación de Tomás
Fernández Valentí, entre otras cosas actual coordinador de la prestigiosa
“Dirigido por…”…
Tomás
es un crítico al que siempre he admirado, tanto profesional como personalmente,
pues a poco intuitivo que seas al leer sus textos y por el trato que recibes de
él te das cuenta de lo generoso, prudente y modesto que es. Además creo que era
un buen complemento para un libro que trata precisamente de alguien
habitualmente maltratado por la crítica; y, por supuesto, del mismo modo que
sucede en el caso del resto de mis prologuistas, todo un honor para mí.
- Desde la propia introducción dejas
claro que el objetivo del libro es la defensa y reivindicación de la
filmografía de Ridley Scott. ¿De verdad crees que la carrera de Scott se
encuentra actualmente puesta en entredicho? Tu mismo reconoces que la
expectación que suscita el estreno de sus nuevos trabajos es sólo equiparable a
la de los más importantes directores de la actualidad, léase Steven Spielberg,
Martin Scorsese o Quentin Tarantino…
Yo
creo que desde Blade Runner siempre
ha recibido estopa en mayor o menor medida, seguramente sólo merecida de
verdad en el caso de La teniente O´Neil. Por poner un ejemplo;
John Carpenter tiene muchas más carencias que Scott, al menos las mismas en
cuanto a importancia respecto a unos estándares ideales de calidad, y nadie lo
trata tan mal como a Scott. Creo que a Ridley Scott se le utiliza como chivo
expiatorio de un tipo de cine que siempre ha existido, desde los tiempos
dorados de Hollywood. Parece como si ahora sólo se pudieran hacer películas
aburridas y falsamente intelectuales, muchas, algunas muy reconocidas,
soberanos bodrios para mi gusto. Por eso defiendo que Scott es uno más de
aquellos cineastas clásicos que hacían buenas películas sin olvidarse nunca de
que son productos industriales que necesitan venderse.
Juan Andrés posa en esta foto con el director y actor Achero Mañas,
que también tuvo un papel importante en "1492: la conquista del paraíso".
- Lo que es cierto es que su trabajo está continuamente acompañado de la polémica, como ha demostrado el estreno de Prometheus, defendida y defenestrada a partes iguales y que, personalmente, la considero como uno de los títulos más valiosos de su carrera…
que también tuvo un papel importante en "1492: la conquista del paraíso".
- Lo que es cierto es que su trabajo está continuamente acompañado de la polémica, como ha demostrado el estreno de Prometheus, defendida y defenestrada a partes iguales y que, personalmente, la considero como uno de los títulos más valiosos de su carrera…
Yo
valoro mucho Prometheus, aunque
reconozco que no tanto como tu. Ser un cineasta que despierta con sus estrenos
tanta expectación lleva a eso, a que se convierta en un tema de conversación
entre los aficionados y a que incite a apasionados debates a la salida de los
cines; al menos entre los que consideramos al cine como muchísimo más que un
entretenimiento de domingo por la tarde.
- Pese a ese intento por reivindicar
su obra, lo cierto es que en multitud de pasajes no escondes tu posicionamiento
crítico contra ciertos elementos de su concepción del arte cinematográfico…
Bueno,
siempre hay que dejar a un lado posicionamientos, digamos partidistas, y ser
todo lo honesto y ecuánime que nuestra voluntad y capacidad permita. Y no cabe
duda de que Scott tiene muchos defectos recurrentes, pese a sus obvias
virtudes. Lo justo es darse cuenta tanto de unas cosas como de otras, y lo que
se debe esperar de un estudio mínimamente serio es que recoja todo ello.
- Una de las ideas más sugerentes que
en mi opinión expones en el libro, y que ya ha salido ha colación durante esta
entrevista, es la comparación que estableces entre Scott y los cineastas del
Hollywood clásico, como puedan ser John Ford o Alfred Hitchcock, no tanto por
su talento estrictamente hablando, como por cuanto su trabajo está sometido a
los dictados de los grandes estudios…
Efectivamente,
y esa creo que es una de las virtudes que más se pasan por alto en el caso de
Scott, siendo la que creo que en el futuro le pondrá en un lugar mucho más
destacado dentro del panorama cinematográfico del que se encuentra hoy en día.
- Precisamente, una de las causas en
las que mejor se deja sentir su búsqueda de la comercialidad está en los
distintos remontajes a los que han sido sometidos la mayoría de sus films, en
la mayoría de los casos para amoldarse a los gustos imperantes del público…
Sí,
yo creo que Scott ha sabido ver que la forma de ver el cine ha cambiado y que
no hay nada de malo en experimentar nuevas formas de comercializarlo, más
adaptadas a un medio como es el cine en casa.
- En este sentido, puede verse a
Scott como un pionero, por la forma en que ha sabido sacar partido a las
distintas versiones existentes de sus films, prolongando su vida comercial con
su edición en el mercado doméstico…
No
se cuanto habrá en ello de un puro interés por ordeñar la vaca hasta donde se
pueda (de lo que George Lucas es un maestro consagrado) y cuanto de una
verdadera inquietud en mejorar montajes previos. En cualquier caso, los
aficionados los seguimos, y además podemos ver que en muchos casos
efectivamente las películas mejoran o al menos cambian, como por ejemplo ocurre
en el caso de Legend o de El reino de los cielos.
- Dado el carácter eminentemente
visual del cine de Scott, sorprenden las escasas imágenes que ilustran el
volumen, todas ellas además en blanco y negro…
Bueno,
ahí yo no tengo ninguna responsabilidad. Se trata de decisiones puramente
comerciales del editor, que en lo que a eso se refiere decide absolutamente. La
parte buena es que al encontrarse el texto totalmente huérfano de
ilustraciones, con excepción de ese pliego central de fotos, adquiere un cierto
carácter de seriedad que puede venirle bien al tratamiento de un texto dedicado
a un cineasta tan comercial.
- ¿Y tras Ridley Scott. El imperio de
la luz qué planes de futuro tienes?
Pues
aun no hay nada cerrado. Al igual que antes de iniciar el proyecto dedicado a
Scott no ha habido manera de obtener un visto bueno del libro que realmente me
hubiera gustado hacer. Sí existe un interés muy avanzado por otro tema, también
aparentemente muy comercial, que aun no se ha cerrado; y que por supuesto no
desvelaré. Yo por si acaso (confío en el proyecto) ya he comenzado a
documentarme con idea de iniciar su escritura en breve.
José Luis Salvador Estébenez
miércoles, 19 de septiembre de 2012
Nuevo libro de Editorial Calamar: NEOCULTO
Editorial Calamar vuelve a la carga con un nuevo libro, esta vez bajo el paraguas del Festival de Sitges, aunque maquetado por la gente de Scifiworld, y dedicado al cine de culto. Os lo recomiendo (...siempre después de haber comprado mi RIDLEY SCOTT. EL IMPERIO DE LA LUZ, claro...)
martes, 18 de septiembre de 2012
ENTREVISTA EN RADIO 9
Con motivo de la publicación de RIDLEY SCOTT. EL IMPERIO DE LA LUZ hoy me han entrevistado desde una emisora de radio valenciana RADIO NOU, o Radio 9. Aquí pincho la entrevista.
ENTREVISTA EN RADIO 9
ENTREVISTA EN RADIO 9
viernes, 14 de septiembre de 2012
SCIFIWORLD MAGAZINE Nº 54
En breve a la venta el nº 54 de la revista SCIFIWORLD MAGAZINE, la del mes de Octubre de 2012, y con esta estupenda portada. Mi contribución en la sección "La máquina del tiempo" está dedicada a KRULL (1983, Peter Yates), uno de aquellos productos nacidos a la sombra del renacimiento de la fantasía heroica de los ochenta.
jueves, 13 de septiembre de 2012
"DRÁCULA DE BRAM STOKER" (1992, Francis Ford Coppola)
Dos años después de terminar la trilogía más famosa de la historia del cine con “El padrino. Parte III” (The Godpather. Part III, 1990) –obviando las ternas que derivaron de “La guerra de las galaxias” (Star Wars, 1977), de George Lucas, y de “El señor de los anillos: la comunidad del anillo” (The Lord of the Rings: The Fellowship of the Ring, 2001), de Peter Jackson–, Francis Ford Coppola asumía la tarea de adaptar una de las grandes y más famosas novelas de terror de todos los tiempos: “Drácula”, de Bram Stoker. Aunque Coppola ya había tenido un relativo contacto con el cine fantástico –Dementia 13 [dvd: Dementia 13, 1963], “Peggy Sue se casó” (Peggy Sue Got Married, 1986)– no había destacado especialmente por tener querencia hacia ese género ni hacia ningún otro, debiendo considerarse esos contactos previos como una relación natural de quien ha demostrado durante su trayectoria no tener ninguna predilección temática en particular, siendo uno de esos directores, a la manera clásica, que lo mismo valen para un roto que para un descosido. Igualmente debe entenderse esta incursión como uno de esos intentos, como tantos ha habido, en los que el objetivo es que un director de fuera (del género) se enfrente a una temática fantástica con deseos de intelectualizarla, de darle una dignidad artística que supuestamente no tenía o de utilizar su prestigio para ampliar el abanico de público al que obligar a retratarse en taquilla; o todas esas cosas a la vez. Ejemplos bien obvios de esto son “2001: Una odisea del espacio” (2001: A Space Odyssey, 1968), de Stanley Kubrick, “El exorcista” (The Exorcist, 1973), de William Friedkin, o “Frankenstein de Mary Shelley” (Mary Shelley´s Frankenstein, 1994), de Kenneth Branagh, por citar algunos de los casos más populares. Es de este modo como Coppola –sobre quien no puedo resistirme a apuntar que es el autor de la que me parece la mejor película de la historia del cine (uno, qué le vamos a hacer, tiene sus pasiones y sus miopías): “El padrino. Parte II” (The Godpather. Part II, 1974)– se embarca en la realización de una de las películas clave del cine fantástico de la década de los noventa.
1) Murnau ya había abordado similar labor en 1922 con su “Nosferatu el vampiro” (Nosferatu, eine Symphonie des Grauens), cuidándose mucho de enmascarar su inspiración literaria mediante el cambio de nombre de los personajes, de los lugares y, sobre todo, dando una sorprendente imagen al vampiro (inquietante como pocas), absolutamente contraria a la descripción que Stoker hace de él en su novela; y todo para ahorrarse pagar los correspondientes derechos de autor a la viuda del escritor; asunto legal que traería sus consecuencias. Aquí Coppola, por el contrario, lejos de maquillar el origen en que se inspira, se toma la pretenciosa licencia de incorporar el nombre del autor original en el mismo título de la película. Eso, que, como hizo de manera similar Kenneth Branagh en su ya citada “Frankenstein de Mary Shelley”, parece denotar el decidido objetivo de asumir que su obra ostenta la categoría de ser, supuestamente, la más fiel a la novela de las muchas adaptaciones cinematográficas realizadas hasta ese momento –aunque sólo se trate de una dudosa estratagema comercial–, es del todo falso cuando tenemos que hablar de la magnífica película de Coppola; lo cortés no quita lo valiente. Es más, a la vista de la película parece obvio que de ningún modo estaba en la intención de Coppola realizar una versión fidedigna de la novela. Lo que en realidad hace es tomar ese punto de partida que es el argumento de Stoker, tener en cuenta todo lo que el personaje de Drácula ha arrastrado tras de sí a lo largo de los años, tanto en el cine como en otros ámbitos de la cultura, y, desde ahí, componer su particular visión. Una visión que debemos entender como el típico producto de esa postmodernidad cultural y mediática en la que vivimos, y cuya más definitoria característica es la miscelánea de fuentes, referencias, ideas y estéticas de lo más variopinto a las que todos nos vemos expuestos. Algo que no deja de ser un reflejo de aquello en lo que se ha convertido el polifacético y multicultural hombre del siglo XX (el hombre del XXI todavía es un niño); dotado de una perspectiva plural y atemporal, no atada a una única dimensión marcada por el tiempo que le ha tocado vivir –como sí sucedía antaño con cualquier corriente o movimiento cultural–, sino que, gracias a la facilidad de comunicación, a la sobreinformación de todo tipo y a esa globalización que enmaraña todos los frentes, el hombre (el artista) moderno es hijo de todos las épocas y de todas la geografías del mundo, con sus pros y sus contras; a todas ellas se debe, y es de ese contexto intelectual de donde surge su arte.
2) Sin escatimar en referencias menores a otras muchas cintas fundamentales del cine de terror moderno, Coppola apuntala referencialmente su película en el constante y agradable artificio que supone aludir tanto a la película de Murnau como a las incursiones de Terence Fisher en el mismo personaje desde 1958 –“Drácula” (Dracula)–; ahí están los reiterativos pero subyugantes juegos con la sombra del vampiro, a la manera que el director alemán hizo en su película silente, siendo un recurso del que ni siquiera abusó tanto la fuente que inspiró a Coppola. Del mismo modo, la fuerza del color que imprimió Fisher en sus aportaciones al ciclo vampírico de la Hammer resulta aquí de recuerdo obligado; así como el matiz terriblemente sexual del conde –obsceno incluso en el caso que nos ocupa–, elemento al que Coppola se encarga de dar enorme importancia y alcance: véase la fornicación a la que se entrega Lucy Westenra con la especie de licántropo en que se convierte el vampiro, el mordisco que una de las novias de Drácula propina a Harker en sus partes más íntimas durante el acoso al que éste es sometido mientras se encuentra preso en el castillo de Drácula, la similitud a los efectos de una felación de aquellos que siente Drácula cuando Mina Murray le succiona la sangre de la herida que él mismo se ha abierto en el pecho, o las constantes y divertidas alusiones al sexo a las que tan proclive es la misma Lucy ante el poco disimulado y muy falso pudor de Mina. Aparte de evidenciarse a través de lo que vemos todo aquello que en realidad significa, Van Helsing no desaprovecha la ocasión de hacer alusión, con Mina presente, a la infidelidad que su prometido –Harker– ha cometido con las vampiras. Así, lo que no existía en la versión de Browning y que sólo se sugería –no obstante de forma bastante evidente– en la de Fisher, ya es explícito en la cinta de Coppola.
Como aportación novedosa, Coppola hace hincapié en un contexto romántico que solo John Badham se había atrevido a tocar, aunque en menor medida, en su “Drácula” (Dracula, 1979); además atusándolo todo con una pirotecnia y teatralidad sin precedentes, casi un constante exhibicionismo, que alcanza tanto a decorados, como a vestuario e interpretaciones. No en vano la adaptación de la misma novela al teatro musical que Des McAnuff estrenó en Broadway el 16 de agosto de 2004 en el Belasco Theatre de Nueva York, con el título “Dracula, the Musical”, asimilaba –de forma descarada pero parece que nunca reconocida– toda esa escenografía que Coppola había imaginado y recreado para su adaptación cinematográfica de la inmortal obra de Stoker, aparentando por ello ser más una adaptación de la película de Coppola que de la fuente literaria original, que era lo que de cara a terceros se pretendía. Otra de las características más significativas de este “Drácula de Bram Stoker” es que, pese a la relativa fidelidad del argumento respecto a la novela, toda esa similitud se ve rota por la particular concepción estética de opereta elegida por Coppola, sobre la que algo ya he apuntado, que aleja el resultado final del sentido gótico de Stoker, acercándolo más a la exageración y espectacularidad de caracterizaciones, decorados y vestuario propia de cierto tipo de teatro que, como sucede en la ópera o en algunos musicales americanos, e incluso en el japonés kabuki, utiliza toda la parafernalia a su alcance para dotar de un significado explícito a todos esos elementos de la escena, de manera que se fuerza al contexto escenográfico hacía una integración absoluta y armoniosa con la historia que se cuenta, nada naturalista; cosa que enlaza con la alusión ya hecha al musical “Dracula, the Musical”.
Todo lo anterior es algo que, sin ser mi caso, le ha granjeado a la película no pocos detractores, que han tildado a “Drácula de Bram Stoker” de engendro estilizado y pretencioso. Pese a todo, su evidente y excesiva artificiosidad y su esteticismo grandguiñolesco no dejan de ser unos atractivos considerables, que hay que entender no como una falta de comprensión de lo gótico por parte de Coppola, como opinan algunos, sino como una interesante y fascinante visión personal –vanguardista dicen otros– que aporta algo (mucho) de novedad a un mito ya trillado por las innumerables veces que antes había sido representado en la pantalla. Por otro lado, Coppola añade a su historia un prólogo que trata de contar sucintamente el supuesto origen histórico del vampiro a través de la alusión al personaje real que, según parece, inspiró a Bram Stoker para escribir la novela: Vlad Tepes. Coppola integra así en un solo elemento tanto el propio mito, creado por la literatura y ensalzado por el cine, como una supuesta realidad histórica, que únicamente se habían visto unidas antes por la supuesta relación causal, aunque liviana diría yo, que parece existir entre ambas. Se diluye así la atractiva y sugestiva separación de esos dos componentes de un mito: el mito en sí mismo y la realidad que lo inspiró; un espacio mental –el que supone esa separación– donde reside la magia y el interés intelectual de toda leyenda, que aquí Coppola desintegra a través de un acercamiento, más bien una (con)fusión, que desnaturaliza su percepción como tal mito, reduciendo a la nada esa separación entre realidad y ficción, rebajando así todo el resultado en algún escalón en el virtual podio del atractivo de lo fantástico.
3) Rodada íntegramente en estudio, la evidente artificialidad que de ello emana, bien acompañada por todo lo anteriormente citado y la caracterización casi paródica de algunos personajes (el Van Helsing de vuelta de todo al que da vida Anthony Hopkins, el estereotipado tejano Quincey P. Morris, interpretado por Bill Campbell –al que no le falta detalle–, así como los gitanos que escoltan la caja en la que viaja Drácula de vuelta a su castillo), y pese al poso referencial ya mentado, convierten la película de Coppola en una de las recreaciones del mito de Drácula más originales de todas las que ha dado el cinematógrafo; punto a donde ayuda a llegar la mixtura entre su impúdico y desmelenado exceso estético y el eclecticismo propio de una postmodernidad que se olvida de la tradición y de los corsés, para recorrer su propio camino sin sonrojarse, abriendo nuevas rutas y desbaratando todas las fronteras. Un exceso que la hace tan expresionista como rupturista respecto a lo que hasta ese momento era la versión canónica que el cine había impuesto del rey de los vampiros (Hollywood dixit) –no tanto por su relativa similitud argumental con la novela que otras cintas no tuvieron en ese mismo grado– y encargándose de transgredir los patrones estéticos tradicionales que siempre se le atribuyeron al personaje en el cine, exceptuando por supuesto la temprana versión de Murnau; ésta única, siempre con permiso de Tobe Hooper y su televisiva “El misterio de Salem´s Lot” (Salem´s Lot, 1979).
Punto y aparte merece el trabajo del poliédrico Gary Oldman, que con su interpretación de los muchos aspectos del vampiro –desde el ridículamente romántico hasta el más repugnante ser de pesadilla, nunca vistos con tal variedad dentro de una misma película– es lo mejor de una función sin desperdicio. Se trata de un Drácula que para nada simboliza la imagen del mal, sino que se presenta como un ser maldito con motivo de su afrenta a Dios por haberse sentido defraudado por éste. No se escamotean los matices más escabrosos de su inmortal existencia pero sí se citan únicamente de refilón, centrándose el interés en el lado romántico que supone la eterna búsqueda de un amor perdido. La misma desvirtuación que se hace del arquetipo del conde se logra igualmente respecto al cazavampiros Van Helsing. Si el Van Helsing del “Dracula” (1931) de Tod Browning, interpretado por Edward Van Sloan, carecía de entidad dramática y evolucionaba hacía un mucho mayor empaque y un protagonismo fundamental del personaje cuando era Peter Cushing quien le daba vida en el “Drácula” (Dracula, 1958) de Terence Fisher, llegado el caso de Anthony Hopkins parece que nos encontremos ante una extensión desmelenada y provocadora del personaje según Cushing. Este Van Helsing parece utilizar su lucha contra el vampiro como una manera de demostrar y censurar lo más sórdido de la sociedad, de hacer aflorar su hipocresía, de afianzar su propia personalidad por el camino y de hacerse portavoz de esa crítica. Casi es más un admirador de Drácula que su enemigo, envidiando en el monstruo esa capacidad de jugar sucio y de reventar una sociedad a la que el propio Van Helsing pertenece, siendo ese mismo el motivo que no le permite contradecirla abiertamente y luchar contra ella, utilizando ese estar siempre cerca del vampiro, de conocerlo y de estudiarlo, como una forma de participar activamente en ese destripamiento social. Van Helsing está del mismo lado que la lenguaraz Lucy; en cambio, Jonathan Harker (Keanu Reeves) y Mina (Winona Rider) –más él que ella– son los más puros productos de esa sociedad que Drácula se afana en descomponer con la excusa de recuperar un antiguo amor. Harker representa una inocencia sincera que las novias de Drácula se encargarán de destruir; de otro modo, el mismo Drácula logrará pervertir a una reprimida Mina, sin demasiada resistencia por su parte, todo hay que decirlo. El camino es el mismo aunque los sujetos y los métodos sean distintos. De cualquier manera, la introducción del vampiro en la rutinaria vida de la pareja de enamorados significará la pérdida de la inocencia, el paso al miedo de la edad adulta, siempre amancebado con la contradicción, la duda y un incómodo y doloroso silencio.
Juan Andrés Pedrero Santos
(Publicado originalmente en la revista SCIFIWORLD MAGAZINE)
sábado, 1 de septiembre de 2012
"RIDLEY SCOTT. EL IMPERIO DE LA LUZ", a partir del lunes 3 de septiembre ya a la venta.
Para celebrarlo os adjunto la cubierta entera: portada, contraportada y solapas. Qué bonito ha quedado¡¡
martes, 21 de agosto de 2012
RIDLEY SCOTT. EL IMPERIO DE LA LUZ (Novedad editorial)
Mi último libro RIDLEY SCOTT. EL IMPERIO DE LA
LUZ, editado por T&B Editores y con prólogo de Tomás Fernández
Valentí está a la venta desde principios de septiembre, y esta es la portada (además el índice):
RIDLEY SCOTT. EL IMPERIO DE LA LUZ
ÍNDICE
-
Esculpir en la luz (prólogo de Tomás Fernández
Valentí).
-
Introducción.
-
Agradecimientos.
-
Inicios.
-
Los
duelistas (The Duellists,
1977).
-
Alien,
el octavo pasajero (Alien,
1979).
-
Blade
Runner (Blade Runner, 1982).
-
Legend (Legend, 1985).
-
La
sombra del testigo (Someone
to Watch Over Me, 1987).
-
Black
Rain
(Black Rain, 1989).
-
Thelma y Louise (Thelma & Louise, 1991).
-
1492:
la conquista del paraíso (1492:
Conquest of Paradise, 1992).
-
Tormenta
blanca (White Squall,
1996).
-
La
teniente O´Neil (G. I.
Jane, 1997).
-
Gladiator
(Gladiator, 2000).
-
Hannibal (Hannibal, 2001).
-
Black Hawk derribado (Black Hawk
Down, 2001).
-
Los
impostores (Matchstick Men,
2003).
-
El
reino de los cielos (Kingdom
of Heaven, 2005).
-
Un buen
año
(A Good Year, 2006).
-
American
Gangster (American Gangster,
2007).
-
Red de mentiras (Body of Lies,
2008)
-
Robin
Hood
(Robin Hood, 2010).
-
Prometheus (Prometheus, 2012).
-
Filmografía.
-
Bibliografía.
-
Relación de entrevistas realizadas por el autor.
-
Índice onomástico.
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