jueves, 30 de mayo de 2013

"COLIN ARTHUR. CRIATURAS, MAQUILLAJES Y EFECTOS ESPECIALES", de Víctor Matellano




Víctor Matellano, vuelve a las librerias con un nuevo trabajo. En este caso dedicado a Colin Arthur, uno de los grandes en lo que a efectos especiales clásicos se refiere. Aun lejano el momento en que la informática se instalara como una de las herramientas más utilizadas para representar mundos, seres y situaciones fantásticas, Colin Arthur, como otros de su generación, se valía de técnicas clásicas y sobre todo de mucha imaginación y trabajo duro para recrear aquello que una producción cinematográfica necesitara para hacer la fantasía realidad.

El recientemente fallecido Ray Harryhausen es el autor del prólogo de este volumen que servirá, con cientos de fotografias, bocetos y storyboards para enseñarnos el mundo de los efectos especiales desde dentro. 

(De la nota de prensa): "¿Qué tienen en común las criaturas de La historia interminable con la serpiente de gigante de Cónan el bárbaro, o con los miles de litros de sangre derramados por los pasillos del hotel de El resplandor...?.La respuesta: que todo ello fue realizado por un técnico en maquillaje y efectos especiales inglés, excelente escultor, que trabaja en películas tan importantes como Alien, El imperio del sol o La hija de Ryan. Su nombre, Colin H. Arthur.

En sus memorias, Arnold Schwarzenegger cita tres nombres importantes en el rodaje de Cónan. Junto al de Ron Cobb, y Terry Leonard, el de Colin Arthur. El libro Colin Arthur. Criaturas, maquillajes y efectos especiales de Víctor Matellano, repasa la apasionante trayectoria de Arthur desde sus inicios como escultor en el londinense museo de cera de Madame Tussauds. Cómo colabora con Stuart Freeborn, el creador de Yoda de la serie Star Wars, para idear y fabricar los simios de 2001, una odisea del espacio. O cómo maquilla a Vincent Price para transformarle en el Dr. Phibes. O su decisiva colaboración con el mago los efectos especiales, Ray Harryhausen, en películas tan memorables como El viaje fantástico de Simbad o Furia de titanes."

EL LIBRO SE PRESENTA EN EL MARCO DEL FESTIVAL DE CINE FANTÁSTICO DE MADRID "NOCTURNA", al que en esta su primera edición ya le deseamos lo mejor, como se merece ese sueño hecho realidad que ya es para muchos madrileños aficionados al cine fantástico, que tanto añoramos el ya hace décadas fenecido IMAGFIC. Aprovecho también para desear mucha suerte a los máximos responsables de este festival recien nacido: José Luís Alemán, Sergio Molina y Luis M. Rosales, ayudados de manera infatigable por Raul Gil Toural y Josep María Contel, cada cual en sus labores. Felicidades por la propuesta.


lunes, 29 de abril de 2013

SCIFIWORLD MAGAZINE Nº 61 casi ya a la venta¡¡¡


En breve estará a la venta el nuevo número de la revista SCIFIWORLD MAGAZINE, concretamente el 61, correspondiente al mes de mayo. La portada es exhuberante y preciosa, aprovechando el extraordinario cartel diseñado para el nuevo festival de cine NOCTURNA, que indirectamente mucho tiene que ver con la revista (algunos de los responsables de uno y otra son los mismos), con lo que podeis imaginar ya su futura calidad.

Mi aportación de este mes en la sección "La maquina del tiempo" está dedicada a NOSFERATU. PRINCIPE DE LAS TINIEBLAS (Nosferatu a Venezia, 1988), una interesantísima película italiana protagonizada por Klaus Kinski con la maravillosa Venecia como telón de fondo; una película que, pese a sus diversos defectos, tiene una gran personalidad.
 

viernes, 19 de abril de 2013

NOCTURNA PREMIARÁ A JOE DANTE¡¡¡ y lo tendremos en Madrid¡¡¡




El director de clásicos del género como Gremlins o The Howling recibirá el premio Maestro del Fantástico en el Festival Internacional de Cine Fantástico de Madrid
El aclamado director de títulos como Piranha, The Howling, Twilight Zone: The Movie, Innerspace, Small Soldiers o Masters of Horror, entre muchas otras, visitará Madrid para recibir el premio Maestro del Fantástico en Nocturna 2013 como reconocimiento a su carrera.
Nacido en Morristown, Nueva Jersey, el 28 de noviembre de 1946, Joe Dante comenzó su carrera en el cine con el productor Roger Corman, al igual que James Cameron o Francis Ford Coppola. Su primer largometraje, Piranha, se estrenó en 1978. Tras el llegaron The Howling, y las producidas por Steven Spielberg, Twilight Zone: The Movie y por supuesto, Gremlins, en 1984, con Chris Wallas creando las criaturas. Tras el enorme éxito del film Dante volvió a trabajar con Spielberg en Innerspace y Gremlins 2: The New Batch. Su último film ha sido The Hole 3D y actualmente prepara dos nuevos títulos que comenzará a filmar próximamente.
FILMOGRAFÍA SELECCIONADA COMO DIRECTOR


  • The Movie Orgy (1968)
  • Piranha (1978)
  • The Howling (1981)
  • Twilight Zone: The Movie (1983)
  • Gremlins (1984)
  • Explorers (1985)
  • Innerspace (1987)
  • The Burbs (1989)
  • Gremlins 2: The New Batch (1990)
  • Matinee (1993)
  • Small Soldiers (1998)
  • Masters of Horror: Homecoming (2005)
  • Masters of Horror: The Screwfly Solution (2006)
  • The Hole 3D (2010)

Próximamente se anunciarán más títulos e invitados para el Festival Internacional de Cine Fantástico de Madrid, NOCTURNA 2013 que tendrá lugar del 3 al 9 de junio en los cines Palafox de Madrid.

Nocturna 2013 es una producción de La Cruzada Entertainment, con la colaboración de Scifiworld Entertainment, y el patrocinio de Eset y Ediciones Babylon.
Más información en www.nocturnafilmfestival.com

viernes, 5 de abril de 2013

NOCTURNA 2013, un nuevo Festival de cine fantástico llega a Madrid, !por fin¡



Nota de prensa: NOCTURNA 2013 presenta su cartel oficial, obra de Manuel Bejarano, inspirado en una conocida película dirigida por el realizador norteamericano George A. Romero.
El Festival Internacional de Cine Fantástico de Madrid presenta su cartel oficial, creado por el artista Manuel Bejarano, que muestra a una nutrida representación de iconos del fantástico haciendo cola para recoger sus entradas para Nocturna, en un curioso juego con el cartel de la película Creepshow, dirigida por George A. Romero en 1982, en el que cambia el punto de vista de la cabina.
El Festival Internacional de Cine Fantástico de Madrid, NOCTURNA 2013 tendrá lugar del 3 al 9 de junio en los cines Palafox de Madrid.
Nocturna 2013 es una producción de La Cruzada Entertainment, con la colaboración de Scifiworld Entertainment, y el patrocinio de Eset y Ediciones Babylon.
Más información en www.nocturnafilmfestival.com

martes, 2 de abril de 2013

HOMENAJE A JESÚS FRANCO


"En un muy determinado momento de mi infancia, el cual sólo consigo acotar temporalmente por una serie de referencias vitales pero que en ningún caso puedo concretar con la exactitud requerida, quedó grabado en mi memoria el imperecedero recuerdo de un hecho trascendental, quizás luctuoso, para el resto de mi existencia. Entre esas referencias vitales, sin duda la más determinante, está la absoluta certeza de la sala de cine en que todo sucedió, la de mi antiguo barrio, ya desde hace años convertido en bingo como tantas otras salas alejadas del centro de la capital y caídas en desgracia tras el auge del mercado videográfico. Sigo todavía hoy sin entender como a esa tierna edad, calculo que entre los seis y siete años, y dadas las características del evento, los responsables de la sala permitieron mi acceso a la misma, donde tuve el dudoso honor de presenciar la que desde hace ya un tiempo conseguí identificar como la primera película a cuya proyección tengo conciencia de haber asistido en una sala oscura. Tamaño acontecimiento, por oscuros e inescrutables designios del destino, no podía haber tenido mejor, o peor según se mire, elemento de iniciación. Tan tierno infante se encontraba allí, acompañado de su abuelo Andrés, hombre prudente, templado y sabio como pocos, y que en aquel preciso momento seguramente no tenía ni puñetera idea de lo que estaba haciendo y de las consecuencias fatales que dicho acontecimiento tendría para su querido nieto. La película en cuestión era nada más y nada menos que la sin par "Drácula contra Frankenstein" (1971, Jesús Franco).

A partir de esa espiritual e increíble experiencia comprenderá el lector, a poco conocimiento que tenga de dicha obra cinematográfica, que la magnitud de las secuelas fueran tan imborrables como profundas y, entre otras cosas, el motivo, quizás como forma de liberación psicológica, de que esto que está leyendo y las páginas que le siguen hayan llegado a ver la luz.

Todavía recuerdo como mi mente virgen intentaba asimilar las increíbles imágenes que aquella gran pantalla lanzaba sobre mis ojos deslumbrados por el resplandor, como esa extraña narración atropellada y casi silente conseguía fascinarme de una manera que posiblemente, en su abstracción, sólo pueda hacerlo a la mente de un niño, desnudo de prejuicios, libre de cualquier otra referencia con la que comparar, inocente ante la natural perversidad de algunos adultos capaces de crear tanta vileza, asistiendo al espectáculo servido por un hombre lobo contrahecho y de bochornoso aspecto, el primer hombre lobo que veía en mi vida, saltando como si dispusiera de muelles sobre la chepa de un ser de cabeza cuadrada, traje de chaqueta y zapatones de buzo profesional, de los de escafandra, que luego supe que representaba, o al menos eso es lo que parecía pretender, al desdichado monstruo creado por el doctor Frankenstein; todavía me estremezco ante el recuerdo, luego renovado por culpa del dvd, de imágenes tan escalofriantes.

Esa experiencia, en un primer momento, pasó sin pena ni gloria por mi todavía corta trayectoria vital; no obstante, con el paso de los años, comprendí que había quedado grabada a fuego en el recoveco más oscuro de mi cerebro, agazapada, como un incipiente tumor esperando el momento propicio para su fatal desarrollo, empapándolo todo y tomando poco a poco posesión de todo mi ser.

Aunque real como la vida misma, lo anteriormente expuesto siempre se mantuvo en mis recuerdos de una forma un tanto dispersa, como adquirido durante un estado de conciencia distinto a la vigilia, sin duda causado por lo alucinógeno de los delirantes planos que me fueron obsequiados por el tío Jess; así descubrí más tarde que se llamaba el ínclito."

Fragmento de la introducción de mi libro "TERROR CINEMA" (Calamar Ediciones, 2008)

Juan Andrés Pedrero Santos

sábado, 23 de marzo de 2013

"SCIFIWORLD MAGAZINE" Nº 60,....5 AÑOS YA.

 
 
 
A fin de mes estará a la venta el nº 60 de SCIFIWORLD MAGAZINE, que cumple 5 años si no se me ha olvidado multiplicar. Mi aportación este mes es un artículo sobre uno de los primeros largometrajes de Michael Haneke: EL VIDEO DE BENNY, donde ya mostraba a las claras la tendencia que iba a seguir durante toda su carrera.

domingo, 24 de febrero de 2013

"SCIFIWORLD MAGAZINE" nº 59


La revista cambia este mes de fecha de salida, que estará a la venta justo sobre final de mes. Mi aportación en este número, como siempre en la sección LA MAQUINA DEL TIEMPO, está dedicada a "Los viajeros de la noche" (Near Dark, 1987), dirigida por una señorita que quizás, en la noche en que esto se escribe se lleve algún Oscar: Kathryn Bigelow . Yo espero que no, pues me parece, sobre todo en su cinta candidata para este año, que está tremendamente sobrevalorada. No obstante, en el caso de la cinta a quien dedico el artículo de la revista, aun con sus peros, hace una película muy interesante y digna de ver.

viernes, 8 de febrero de 2013

"CONTRA EL TIEMPO", de José Manuel Serrano Cueto: ¡A POR EL GOYA!



La película documental de mi amigo y colega José Manuel Serrano Cueto, nominada al Goya, espera ansiosa el resultado de las votaciones que se dará a conocer en unos días. Pocas veces me  he sentido tan ilusionado por el posible premio de un amigo como en este caso. Por eso le deseo desde aquí lo mejor; a él, a su mujer y a sus dos hijos. Se que se encuentran como en una nube, en un sueño. ¿Y si el sueño se hace realidad? El premio ya no de la nominación, que ya es mucho, muchísimo, sino el de haber dirigido una película, por modesta que sea, ya lo tiene. Esperemos que no sea el último.

¡Ánimo Jose! A por ellos y a disfrutarlo, estoy contigo.

Dejó a continuación la reseña que publiqué en la revista SCIFIWORLD MAGAZINE; y no es amor de amigo...

 

CONTRA EL TIEMPO, Un documental de José Manuel Serrano Cueto.

Aunque se trata de un proyecto que en sus orígenes barajaba mayores pretensiones de las que finalmente tuvo  –se truncaron las expectativas por la crisis económica en que nos vemos inmersos ya desde hace unos años–, la falta de la financiación inicialmente esperada lastró pero no frustró las ilusiones que tanto su director, José Manuel Serrano Cueto, como su productor, Carlos Taillefer (Utopía Films, S.L.), habían puesto en este ameno documental.

El empeño primigenio de ambos era recordar y rendir homenaje a una serie de actores secundarios que, en la mayoría de los casos, tuvieron su particular momento de gloria al trabajar en algunas de aquellas películas de género (western y terror, sobre todo) que se rodaron en España en las décadas de los sesenta y setenta en régimen de coproducción; aunque el caso de García Rimada, recientemente fallecido, fue algo más tardío. Eso lo han logrado. No se trata tanto de realizar un homenaje a aquel tipo de cine –que también– como de servir de tributo a unos nombres y a unos rostros muy concretos pero que no dejan de ser la representación de un colectivo mucho mayor. Nombres como los de Ricardo Palacios, Antonio Mayans, Fernando García Rimada, Lone Fleming, Mabel Escaño, Carlos Bravo y Aldo Sambrell –éste último de modo diferente a los otros– se pasean por la pantalla contando sus recuerdos, sus experiencias y, de algún modo, la transformación que sufrieron sus vidas tras aquellos años de trabajo. Serrano Cueto dramatiza el enlace de unas entrevistas con otras utilizando al joven actor Antonio Mora –“La caja 507” (2002, Enrique Urbizu), “Celda 211” (2009, Daniel Monzón), “También la lluvia” (2011, Icíar Bollaín), “Silencio en la nieve” (2011, Gerardo Herrero)– como hilo conductor, siendo éste quien busca y se encuentra con los diversos actores en localizaciones de Madrid y Málaga.


Es más un retrato humano que cinematográfico; en realidad no importan quienes sean esos rostros que hablan del pasado, el director no pone mucho empeño en contextualizar gráficamente aquellos buenos y viejos tiempos –sólo unas pocas fotografías antiguas ilustran ese punto de vista–, sino que se entrega a la tarea de retratar a esas personas como testigos vivos del paso del tiempo. Sobre todo el metraje sobrevuela un aire melancólico pero no complaciente. Los viejos logros se recuerdan con añoranza, pero también se muestra un optimismo y una conformidad con el presente. Constantemente flota en el ambiente lo implacable del paso del tiempo –el título del documental no pudo ser más significativo–, todo aquello que significa para la evolución (o involución) de la vida de una persona. Se recorren así en toda su extensión las arrugas marcadas por el cansancio, por la vejez o por la tristeza de todos aquellos actores que un día vivieron un sueño, y que hoy –en el mejor de los casos, que no es el más numeroso– disfrutan de una cierta tranquilidad. En realidad esos actores se utilizan como una excusa para representar un paisaje mucho más universal y que al final a todos nos tocará vivir.


Emotivo, sereno y clarificador documental (muy bien acompañado de una pertinente música de Dolores Serrano Cueto) que merece más apoyo y mejor suerte de la que una distribución menesterosa será capaz de regalarle. 



Juan Andrés Pedrero Santos

sábado, 2 de febrero de 2013

"EL AÑO PASADO EN MARIENBAD" (1961, Alain Resnais)

 
Para centrarnos, partamos de la idea de que todo el cine es fantástico desde el momento en que materializa en imágenes una ficción; pero no todo el cine es Cine Fantástico. No solo las historias de hombrecillos de Marte, de vampiros, de monstruos antediluvianos, de batallas espaciales, de fantasmas o de casas encantadas –por citar algunas temáticas recurrentes– conforman la nómina de elementos que son generalmente aceptados como propios de esa parcela genérica. La adscripción al género también viene dada por el tratamiento formal de cualquier materia o historia, que si es narrada cinematográficamente de un modo que se aleja del naturalismo, de lo convencional, acercándose a lo irreal, a lo sugerente, a lo anómalo, a lo ambiguo o a lo imposible, puede verse abocada a asimilarse como propia de esos terrenos nebulosos y relativamente indefinidos de lo fantástico. Por mucho que el significante esté representando por algo aparentemente de lo más trivial, su significado, a partir de una especial plasmación en imágenes, puede adquirir esa connotación. En ese punto se encuentra “El año pasado en Marienbad”.

Difícil es ya de entrada intentar describir el significado de “El año pasado en Marienbad”, pues no parece existir ninguna intención por parte de su director –Alain Resnais– de evidenciarlo. Al contrario, más bien se esfuerza mucho en dispersar, en disfrazar, en encriptar, e incluso –en última instancia– en anular cualquier posible sentido al alcance de lo racional. Posiblemente ni siquiera existe ningún significado, quizás lo único que pretende es un juego con las emociones; aunque, para ser eso, destaca precisamente por una evidente asepsia en su tono. ¿Quiénes son todos esos impasibles personajes que aparecen en la cinta de Resnais?, ¿son muertos, vivos, fantasmas, sueños o pesadillas? La respuesta: cualquiera de ellas o todas a la vez; o incluso ninguna de las citadas. De tal calibre es la incógnita que se nos presenta; algo que hará las delicias de esos cinéfilos, críticos o simplemente aficionados al cine a quien les pesa tanto la intelectualidad mal entendida que no son capaces de discernir entre la pose y lo genuino, entre el bodrio y el entretenimiento. Aunque “El año pasado en Marienbad” inicia con soltura tan funesto camino de confusión, tampoco pienso que deba atribuírsele el llegar hasta esos límites, pero ay ay... Tal vez va siendo hora de defenestrar ciertos mitos o falsos iconos; tal vez.

No en vano, cuando una vez terminado su montaje se presentó a los distribuidores, estos no la quisieron estrenar. Comenzó así su periplo en pases privados para diversas personalidades de la cultura francesa, gustando a unos más que a otros. Sólo cuando la película ganó el León de Oro en el Festival de Venecia de 1961 vio la puerta abierta a una distribución comercial.

1.- Defender una sinopsis de la película supone a todas luces una actividad de alto riesgo. Pero vamos a intentarlo, al menos desde un punto de vista impresionista y convencional, literal. La acción se sitúa en lo que parece ser un hotel de lujo o establecimiento similar, cuyos huéspedes son mostrados de una forma anómala. Tres personajes (dos hombres y una mujer) acaparan los diálogos y ocupan los escenarios. La delirante repetición de la voz en off y de ciertas situaciones nos deja intuir que existe cierto problema de infidelidad, seguramente no carnal, más bien aparenta emocional. La insistencia de uno de esos hombres en reclamar a la mujer que le acompañe y que deje al tercero en discordia, su marido, es la escueta línea argumental que podemos encontrar. No hay más. El resto son fuegos de artificio, sorprendentes los primeros quince minutos, pero que a partir de ahí pierden fuelle y consiguen agotar. Todo ese nimio contenido argumental se intuye más como una excusa –que pudiera haber sido intercambiable por cualquier otra– con la que Resnais pone en marcha un experimento fílmico no exento de pretenciosidad. Acogiéndose a esta línea, algunos han tildado a “El año pasado en Marienbad”, directamente, de tomadura de pelo. Los años sesenta fueron tiempos de cambio y experimentación en muchos aspectos de la sociedad occidental (la guerra de Vietnam, la Nouvelle Vague, la revolución cubana, el movimiento por los derechos civiles de los negros en Estados Unidos, mayo del 68,...), y el cine fue uno más de ellos, siendo esta cinta un producto de aquel contexto.

2.-  El experimento que supone “El año pasado en Marienbad” es eminentemente narrativo. Comienza con unos parsimoniosos y bellos travellings (muy recurrentes en su autor) que muestran la suntuosa decoración del lugar, sus lámparas, sus pasillos, sus habitantes,... Todo en un principio aparenta fascinante. Más tarde, el descubrimiento de la vacuidad que entraña la película, a fuerza de insistir sobre un mismo concepto creativo –válido para un cortometraje, quizás soportable para un mediometraje–, se torna insufrible y excesivo durante 94 minutos, pues nada hace avanzar lo limitadísimo de su ¿argumento?. ¿Que el objetivo de Resnais no era contar una  historia, sino transmitir unas sensaciones? Pues digamos entonces que la sensación que transmite, una vez pasado el impacto inicial, es algo muy cercano al tedio.

Cierto es que Resnais, en un primer momento, consigue atraparnos con la belleza de sus imágenes, con la linealidad y limpieza de sus encuadres, con sus composiciones geométricas, con sus movimientos de cámara, con la pictórica planificación de algunos exteriores y con el misterio que aflora de la forma en que muestra a los personajes. Pero todo acaba siendo un espejismo. La sugerencia se convierte aquí en un fin y no en un medio, perdiendo de ese modo su función; lo que delata un afán exhibicionista y una pretenciosidad desbocada. Al final todo se resume en un truco de ilusionista con ánimo de epatar. La relación de la película con el espectador abandona ese objetivo tan tradicional que es el de contarle una historia, para –en cambio– jugar con él al escondite. También abandona –lo cual es muchísimo peor– la todavía más tradicional y esencial meta del cine y de cualquier arte popular: entretener. Aquí, pasada como he dicho la sorpresa inicial, sólo se consigue el hartazgo. Esa desunión respecto al lícito, necesario y, ¿por qué no?, suficiente objetivo de entretener bien pudiera ser una declaración de intenciones de Resnais, quien parece enfrentarse al cine desde un punto de vista tan radical como eminentemente intelectual, alejado de las verdaderas emociones y encapsulado en el mundo de los conceptos –el resto de la filmografía de Resnais que conozco no contradice en nada esta opinión–. Hace así una película para las minorías entre las minorías, nada defendible –e incluso reprochable– desde ese sentido de lo popular que, aun revolucionándolo, siempre asumieron y practicaron algunos de sus compañeros de generación y nacionalidad (Truffaut, Godard, Rohmer,...). Se amarra así a un discurso muy alejado de lo convencional; lo cual es sin duda estimulante y de agradecer, pero con el handicap de no tener en cuenta (o, habiéndolo tenido, mostrando desprecio por ello) que el cine es un arte íntimamente unido al tiempo, al paso de los minutos. No se trata de un arte estático como la pintura o la escultura –ajeno por tanto a la muy particular dimensión que le aporta el elemento “tiempo”–, por lo que las carencias relacionadas con el ritmo penalizan sobremanera cualquier abuso. Una de las principales preocupaciones del francés, además del cuestionamiento de la relación de pareja, parece rondar en torno precisamente a ese intento de romper el tiempo fílmico tradicional hacia una forma de asimilación del modo en que percibe el tiempo la memoria. Algo sin duda muy peligroso cuando se trata del Séptimo Arte, pues choca frontalmente con la esencia misma de uno de sus principales soportes narrativos.     

3.- Tanto los fantasmagóricos huéspedes como el propio lugar y los movimientos de cámara que Resnais utiliza para mostrárnoslos recuerdan al Kubrick de “El resplandor” (The Shining, 1980) y a su hotel Overlöok. Allí existía una ambigüedad que aportaba atmósfera a la historia; pero en este caso no existe tal historia, tan solo hay exhibicionismo y/o un más que discutible intento de experimentación narrativa.

Si tal cosa tenía cierto protagonismo dentro de la intención del director francés, la sensación de claustrofobia, de encierro, que desprende en alguna medida la situación que parecen vivir los personajes  de “El año pasado en Marienbad” –encerrados en el tiempo además de en Marienbad– tiene un nexo de  unión con su contemporánea “El ángel exterminador”  (1962), de Luis Buñuel, quien curiosamente había declarado que “a veces he lamentado haber rodado en México “El ángel exterminador”. Lo imaginaba más bien en París o en Londres, con actores europeos y un cierto lujo en el vestuario y los accesorios[1]. Buñuel atinaba con su intento de metáfora desasosegante; Resnais opta en cambio por una inclasificable abstracción, cuyo posible/supuesto significado es de difícil visibilidad.

Los juegos que Michael Haneke se permitía en “Funny Games” (Funny Games, 2007), rompiendo los convencionalismos narrativos asumidos frente al espectador (la ruptura de la cuarta pared para que el personaje se comunique directamente con el público), o que Mario Bava utilizaba como anécdota en “Operazione Paura” (1966) (la persecución de un personaje traspasando a la carrera puerta tras puerta, hasta alcanzarse a sí mismo en una prodigiosa idea visual que constituía toda una fractura espacio-temporal dentro de ámbito fílmico) constituyen ejemplos similares en cuanto al desconcierto que generan algunos momentos de “El año pasado en Marienbad”.

En los casos anteriores prima lo anecdótico, pero en la película de Resnais lo anecdótico se convierte en generalidad. Con todo –y como ya había hecho en la interesante y algo más convencional, pero a la postre igualmente reiterativa, “Hiroshima mon amour” (1959) y en el espectacular bodrio que es “Te amo, te amo” (Je t´aime, je t´aime, 1968)–, Resnais trata de dislocar el sentido del tiempo gracias al montaje, creando una especie de bucle donde la idea literal del argumento (cualquiera que sea la que su autor haya pretendido) es repetida una y otra vez, simplemente con cambios en el vestuario de los personajes, en el punto de vista de la cámara o en el lugar físico donde se desarrolla la acción. Como coartada para su función experimental está bien, como modelo de renovación de la formas de narrar es un intento estimable, pero aburre tanta insistencia sobre lo mismo, sin suficiente anchura y empaque en su discurso, no terminando de llegar a ningún lado.

No parece éste (el de Resnais) un camino fértil si se quiere ir más allá de la anécdota. Un traje elegante no es nada si no tiene un cuerpo que vestir; no es más que algo que contemplar en un escaparate. Pero para gustos los colores, que se dice, y el prestigio de “El año pasado en Marienbad”, justo o injusto, ahí está.  

Juan Andrés Pedrero Santos

(Publicado originalmente en la revista SCIFIWORLD MAGAZINE
 



[1] Luis Buñuel, “Mi último suspiro”, Barcelona, Plaza y Janés, 1982. pág. 288.